Como sabemos, la energía es determinante para el crecimiento y desarrollo de las sociedades, al mismo tiempo que una importante fuente de emisión de gases de efecto invernadero (responsable actual en Europa del 75 % de estas emisiones). No es extraño, por tanto, que el sector energético, en su compromiso con los objetivos europeos climáticos a 2030 y 2050, haya venido buscando la manera para alcanzarlos de una forma que sea eficiente en costes y sostenible desde el punto de vista de la competitividad. Consciente de que no existe una única vía para su consecución, el sector ve con aprobación la combinación de oportunidades que ofrece la economía circular en su modelo de negocio.
Aunque los desafíos globales son inmensos, el sector energético cuenta con una contrastada experiencia en la gestión eficiente de los recursos. La eficiencia es una actividad constante en toda la cadena del suministro energético, por lo que el sector puede apoyarse en su experiencia para potenciar aún más en su funcionamiento las ventajas de la economía circular. El abanico de opciones que brinda el modelo circular refresca el campo de actuación de los sectores energéticos tradicionales eléctrico, gasista y petrolero. Gracias a ello, para cumplir los objetivos climáticos globales hablamos ahora no solo de la electricidad, sino también del potencial de los gases renovables, el hidrógeno y los biocarburantes de nueva generación, en el marco de la economía circular.
El sector energético tiene por lo tanto un importante papel en el Pacto Verde Europeo. Su contribución se basa en tres principios clave: dar prioridad a la eficiencia energética y desarrollar un sector eléctrico basado en gran medida en fuentes renovables, conseguir un suministro energético seguro y asequible y un mercado de la energía plenamente integrado, interconectado y digitalizado. Son dos los objetivos del Pacto Verde: que a 2023 los Estados miembros actualicen sus planes nacionales de energía y clima para reflejar el nuevo nivel de ambición climática y que a 2050 las emisiones que no se hayan eliminado sean absorbidas con tecnologías de captura y almacenamiento de carbono. El Pacto refuerza estas metas con objetivos específicos relacionados con la economía circular, como son la interconexión de los sistemas energéticos y el incremento de las fuentes renovables en la red, la promoción de tecnologías innovadoras y de infraestructuras modernas, el impulso de la eficiencia energética y el diseño ecológico de los productos, la descarbonización del sector del gas, el fomento de la integración inteligente en todos los sectores y la promoción de normas y tecnologías energéticas de la Unión Europea a nivel mundial.
En este contexto, los aspectos a abordar por el sector son el empoderamiento de los consumidores, la gestión de materiales y residuos en las cadenas de valor de los suministros como las baterías, los aerogeneradores, los paneles fotovoltaicos, los edificios y otros activos; además, la revalorización de residuos y el autoconsumo energético. La economía circular constituye en sí misma un modelo de negocio con un enorme potencial, capaz de generar competitividad combinando innovación y sostenibilidad. Asimismo, la Estrategia Española de Economía Circular para 2030 tiene en cuenta la importante relación entre la economía circular y la transición energética, resaltando la existencia de las sinergias entre ambos conceptos y la convergencia en la necesidad de racionalizar al máximo el uso de los recursos y la descarbonización de la economía. En la transformación del modelo industrial lineal en uno circular, son por lo tanto determinantes el uso eficiente de la energía, el incremento de las energías renovables y el ecodiseño de productos con un consumo mínimo de energía durante su ciclo de vida.
Como se presenta en la Figura 2, la estrategia integrada de economía circular en el sector energético puede resumirse en tres ciclos de aplicación: el ciclo de operaciones del suministro de energía, el ciclo del consumo y el ciclo de vida de las infraestructuras.
El primer ciclo está relacionado con el control eficiente de los recursos en las operaciones habituales: consumo de materia prima, pérdidas en la generación, transporte y distribución, etc. Este ciclo genera, transporta y distribuye un producto final que debe ser maximizado y emisiones y residuos que deben ser minimizadas. El aprovechamiento de los recursos energéticos renovables y las sinergias empresariales o sectoriales son sus principales actividades. A la ya conocida importancia del recurso solar y eólico se le suman otros recursos, como son los desechos de ciertas industrias revalorizados energéticamente como materia prima en la generación energética.