La comunidad cetológica mundial conoce bien la existencia de la población de calderones del suroeste de Tenerife. Desde su descripción para la ciencia en 1992 por Jim Heimlich Boran, diversos científicos han continuado su estudio y es aquí, en Tenerife, donde la especie realiza el increíble comportamiento que le ha merecido el apodo de guepardo de las profundidades… también habría podido ser el halcón. Imagínenlo, respirando profundamente al sol, cada 12 segundos un soplo en la calma superficie azul, es un adulto de entre cuatro y más de cinco metros preparándose para una de sus rutinarias hazañas en apnea: se sumerge y comienza a ecolocalizar a unos 300 metros mientras sigue descendiendo en vertical, se estabiliza a 600, “planea” en la oscuridad emitiendo chasquidos y, si ecolocaliza una presa, se lanza hacia ella con un sprint en el que alcanza la mayor velocidad registrada para un mamífero marino en buceo: 9 metros por segundo (18 nudos, unos 36 kilómetros por hora). Esta enorme inversión energética contra la fuerza de resistencia del agua densa se ve recompensada, o no, por una presa que podría ser un calamar gigante. Así, en tan solo 20 minutos se sumerge a un kilómetro de profundidad, con suerte caza, y asciende de nuevo esos 1 000 metros que le separan de su grupo social en superficie. Esta estrategia guepardo es solo una de sus técnicas de caza, que varían para adaptarse a los ciclos circadianos de migración de la biomasa en la columna de agua, y también según la edad, que no el sexo, y sus capacidades de buceo.
Los calderones son parientes cercanos de las orcas y, como ellas, matrilineales. La longevidad de los machos no suele superar los 45 años, mientras que las hembras llegan a los 60 ya post-reproductoras. Los machos fecundan hembras de otros grupos sociales y regresan al materno, por lo que todos los miembros del grupo están enlazados genéticamente… conformando una gran familia, y esto explica los varamientos masivos naturales que ocurren en el mundo, de ambas especies de calderones.
Los calderones de aleta corta (Globicephala macrorynchus) tienen una distribución pantropical, en aguas cálidas y templadas de todos los océanos. Se reparten el mundo con su congénere el calderón de aleta larga (G. melas) que vive en aguas templado frías, incluyendo el Mediterráneo. En la Europa cercana, el calderón tropical se encuentra regularmente en Madeira y Canarias, aunque hay algún registro esporádico en las costas de Galicia. En Canarias pueden verse en las aguas profundas de todo el archipiélago, pero sin duda el área de mayor concentración es el suroeste de Tenerife, coincidiendo con la ZEC Franja Marina Teno Rasca. El canal Tenerife-La Gomera es “el Serengueti” de los calderones tropicales. Con 696 km2 , es una de las mayores ZEC marinas de España; abarca todo el litoral suroeste de Tenerife entre Punta de Teno al NO y Punta Rasca al SO, unos 70 km, y hasta una distancia de unos 12 km de costa. Aquí, en el área con la mayor población europea conocida de calderones de aleta corta, galardonada como Km 0 del Corredor Mundial de los Océanos, Punto de Esperanza Marina Internacional y Primer Sitio Patrimonio Mundial de Ballenas declarado en Europa, se plantea construir un macropuerto. En su seno hay un hueco sin proteger, Fonsalía, de 2,2 km2 (un cuadrado de 1,5 km de litoral y hasta 1,8 km de costa).