Sa Dragonera, primera isla 100% renovable

Este espacio natural es uno de los símbolos del ecologismo balear © Fotos Conselldemallorca

El Parque Natural balear deja atrás los carburantes fósiles y la energía generada por paneles solares abastecerá las instalaciones de la isla como las casas de Es Garriguer, la casa de los visitantes y el sistema de depuración de aguas

Charo Barroso

Separado de Mallorca por un pequeño canal de unos 800 metros de anchura y una profundidad de unos 15 metros, en el extremo oeste de la isla se encuentra este Parque Natural que comprende la isla de Sa Dragonera y los islotes adyacentes de Es Pataleu, Sa Mitjana y Els Calafats. El camino hacia la conservación de este espacio no fue fácil, y en buena parte su protección se debe a la fuerte presión popular que se opuso al intento de urbanización de la isla en los años 70, por ello es considerado uno de los símbolos del conservacionismo balear. El año 1987 el Consell de Mallorca adquirió la isla, que fue declarada Área natural de especial interés (ANEI) y, en 1995 se convirtió en Parque Natural. Hoy toda su superficie, 274 hectáreas terrestres, está declarada junto con una importante superficie marina, Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de especial protección para las aves (ZEPA) y forma parte de la Red Natura 2000.

dad y protección del territorio, ya que por primera vez desde que la isla es un Parque Natural, se dejarán atrás los carburantes fósiles para empezar a utilizar energía renovable. En total, se han instalado doce paneles solares para abastecer de energía las instalaciones de la isla: las casas de Es Garriguer, las casas de los visitantes, y el futuro sistema de depuración de aguas. En concreto, se han instalado doce unidades de placas fotovoltaicas de 2400 Wh (28,8 kWh) y baterías. Las baterías tienen la ventaja de ocupar menos espacio, ser menos contaminantes, más seguras y de mayor vida útil. «Sa Dragonera es todo un símbolo de preservación del territorio y de apuesta por un modelo sostenible y respetuoso. Pese a que la actuación llevada a cabo es pequeña en comparación con otras, tiene gran importancia por lo que simboliza Sa Dragonera en el imaginario ecologista de las Illes Balears. Ahora vuelve a ser un referente en materia de sostenibilidad y protección del territorio, y sus faros, ahora iluminados con energías renovables, nos dan luz y seguridad para acelerar el camino de la transición energética», ha señalado el vicepresidente del Gobierno balear, Juan Pedro Yllanes.

Sobre esta instalación fotovoltaica para autoconsumo, la consejera de Sostenibilidad y Medio Ambiente, Aurora Ribot, ha destacado que «con esta acción queremos que Sa Dragonera sea un ejemplo para el resto de islas y, en concreto, para Mallorca. Sa Dragonera es el espejo cuando pensamos en conservación y ahora también lo será cuando pensemos en transición energética. Ser autosuficientes en este ecosistema único sin duda ayudará a mejorar la sostenibilidad ambiental del Parque Natural y también facilitará el trabajo a las personas que deban quedarse. Nos permite ofrecer más recursos a científicos y científicas que desean quedarse en la isla para hacer estudios e investigaciones, así como mejorar las condiciones de los guardas que se pasan el fin de semana trabajando en la isla», puntualiza la consejera Ribot.

La lagartija de Lilford y el Virot pequeño encuentran en esta isla un hábitat único para su supervivencia

En busca del viejo marino

Alguna de las muchas investigaciones que menciona Ribot es la que lleva a cabo el proyecto europeo “Spot the monk”, que podría traducirse por «localizar al viejo marino», liderado por un grupo de científicos italianos, con el apoyo del IMEDEA. La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus), más conocida como “viejo marino”, es una especie en peligro de extinción, de la que se cree que quedan menos de 600 individuos en todo el mundo. En Mallorca desapareció de las aguas hace más de 60 años, aunque en el 2008 se observó y documentó una foca, aparentemente perdida, en la reserva marina de la isla del Toro. Ahora, el Parque Natural de Sa Dragonera ha sido uno de los puntos elegidos donde recoger muestras de agua para analizar trazas de ADN del viejo marino.

La majestuosa forma de esta isla deshabitada que se dibuja sobre el horizonte del poniente, y que se asemeja a la de un dragón dormido, es el elemento que la identifica. Aunque los documentos hablan de que el origen de Sa Dragonera no se debe al símil con el reptil, sino que proviene del latín traconaria y lo designó el uso de las cuevas para aprovisionar de agua dulce en las antiguas rutas de navegación. No en vano, esta isla sigue siendo un vestigio de una Mallorca salvaje, un paisaje marítimo que evoca tiempos de colonización y piratería, y un fósil geológico que, como prolongación de la sierra de Tramuntana, alberga uno de los puntos de mayor relevancia ambiental de las Islas Baleares.

Cuenta con endemismos como la lagartija y el virot pequeño o pardela que, en peligro de extinción, encuentra aquí una costa predilecta para la nidificación, al igual que para el virot grande, la gaviota de Audouin, el águila pescadora o el cormorán fácil de observar en los islotes. En toda su costa la influencia marina se evidencia con las formas aerodinámicas que adoptan los arbustos, como el tamarindo, y el hallazgo de plantas pequeñas, como el endemismo dragonérico de saladina, la conocida cebolla marina o el aromático hinojo marino. Un ecosistema que ha ido recuperando después de graves incendios sus ciclos biológicos gracias al pino carrasco y la suelta de cabras.

El paisaje kárstico de la isla regala, también al fondo marino, fondo de rocas y cuevas, donde proliferan extensas praderas de posidonia, entre las que se resguarda la nacra, un molusco endémico del Mediterráneo, amenazado por la presión humana cuya protección se ha reforzado gracias a la declaración de la reserva marina.


La Garriga, comunidad vegetal

Adaptada a la pluviometría baja de la isla, la fuerza de los vientos marítimos y los suelos calcáreos de la vertiente sureste de Sa Dragonera, la garriga es la comunidad vegetal más desarrollada. Presenta, en las cotas más bajas de la vertiente, un llamativo amarillo propio de las flores de la estepa amarilla y la estepa joana, uno de los endemismos baleares emblemáticos, así como por los característicos matorrales de ciprés y romero. Con puertos más arbustivos, leñosos y establecidos vertiente arriba, se encuentran los acebuchales (la variedad silvestre de olivo), junto con la mata, la lechetrezna, y el aladierno. Y, en los claros de estos arbustos pueden encontrar la rapa azul.

La garriga es uno de los hábitats donde se puede encontrar en el curioso sebelino, un ave estépico y cigüeñuela con un canto muy particular. Entre los reptiles, la lagartija, encuentra aquí un hábitat idóneo ya que aprovecha estos matorrales para colocarse encima y, entre los claros, lanzarse al ataque de invertebrados e insectos. Llama la atención el hecho de que se alimentan tanto de frutos y flores como incluso de aves muertas. No en vano, se trata de uno de los vertebrados terrestres más antiguos de Mallorca. Alrededor de la cueva de Es Moro, el horno de cal y la torre de Llebeig, destacan los únicos mamíferos voladores que, además, combaten plagas forestales, como la procesionaria del pino. Se trata de los murciélagos, tanto la especie montañosa como la común, entre otros.

La historia también ha dejado una impronta botánica. Y es que en el jardín botánico de cala Lledó se encuentran las plantas más representativas de los diferentes hábitats que se presentan: el litoral, los bosques y la garriga, o los acantilados. Un ejemplo de lo que se encuentra en el jardín, es el repollo, una especie que es muy difícil de encontrar, porque se encuentra en los lugares más recónditos de las peñas.

Educación ambiental

En el parque se trabaja en dos pilares fundamentales, la conservación y divulgación, creando sinergias y un consenso participativo entre administraciones, organizaciones especializadas, el sector educativo y la propia ciudadanía. Durante todo el año, se programan visitas con centros educativos, jornadas de voluntariado y divulgativas para todos los públicos, así como proyectos de investigación con universidades y otras organizaciones internacionales. Los centros educativos realizan una visita guiada en la que, rodeados de lagartijas, mediante un aprendizaje práctico, colaborativo los escolares aprenden de las relaciones históricas entre población-naturaleza y la necesidad de conservar los recursos naturales.

Información: https://dragonera.conselldemallorca.cat/